La misión de la educación salesiana es formar “Buenos cristianos y honrados ciudadanos” , a través de educar evangelizando y evangelizar educando para alcanzar una formación integral del ser humano desde la vivencia de los valores del Evangelio al estilo de San Juan Bosco, de quien heredamos la ejecución de principios y opciones pedagógicas, por medio de obras educativas orientadas preferentemente hacia los niños, adolescentes y jóvenes que, dentro de la cultura emergente, tienen menos oportunidades sociales de superación y están en situación de vulnerabilidad.

El accionar educativo – pastoral de nuestros centros se orienta por los siguientes principios y está relacionado con las dimensiones salesianas

Creemos en el centro escolar como lugar privilegiado para la educación integral, cuyo centro es la persona, según la visión humana y cristiana de la vida, con objetivo es descubrir y potenciar sus capacidades asumiendo también las limitaciones. Desarrollo del sentido ético y trascendente, de la dimensión socio-política que da sentido al compromiso con la comunidad, con el proyecto de vida al servicio de la Iglesia y la sociedad.

Asumimos la evangelización de niños, adolescentes y jóvenes a través de la educación como una mediación cultural que es capaz de dar respuestas sistemáticas a las necesidades de la edad evolutiva, que es determinante en la formación de la personalidad.

El accionar educativo – pastoral de nuestro centro se orienta por los siguientes principios:

Preventividad, entendida como el “arte de anticiparse a educar en positivo”, proponiendo el bien en vivencias adecuadas y envolventes para potenciar el deseo de crecimiento desde dentro, apoyándose en la libertad interior. Es el arte de ganar el corazón de los jóvenes de modo que decidan caminar con alegría y satisfacción hacia el bien.

Familiaridad, es el resultado de la práctica de las actitudes de acogida, confianza, reconocimiento positivo y amabilidad. Es un ambiente que se manifiesta en la práctica de la reciprocidad, solidaridad, diálogo, corresponsabilidad, trabajo en conjunto, coeducación, interculturalidad y en el cumplimiento de nuestra misión educativa.

Centralidad de la persona, como sujeto único e irrepetible, con deberes y derechos, abierto a los demás, al mundo y a Dios. La persona durante la niñez, adolescencia y juventud es vista en todas sus dimensiones: en la perspectiva personal y social, en la unidad de su dinamismo existencial de crecimiento humano hasta el encuentro con la persona de Jesucristo descubriendo en ella el sentido supremo de la propia vida.

Opción por los pobres, preferentemente por la niñez, adolescencia y juventud que tienen menos oportunidades y están en situaciones de vulnerabilidad o alto riesgo. La educación salesiana es popular y equitativa por los destinatarios preferenciales que acoge, por la ubicación geográfica, por el sector social y cultural. Constituye una oportunidad de crecimiento integral porque las familias aportan desde sus posibilidades, sin condicionamientos de homogenización, ni actitudes paternalistas.

La inclusión, directamente relacionado con el valor de la dignidad y realización de las personas y con los Derechos Humanos, «el enfoque inclusivo de la educación consiste en repensar la organización y las acciones educativas para promover la presencia, el rendimiento y la participación de todo el alumnado en la vida escolar, principalmente los más vulnerables a la exclusión, el fracaso escolar o la marginación, detectando y reduciendo o eliminando, para ello, las barreras que limitan dicho proceso». (Ainscow, Booth y Dyson, 2006)

Educación en y para el trabajo, orientando a la niñez, adolescencia y juventud a tomar conciencia del valor dignificante del trabajo honrado, con competencia profesional y realización vocacional para ocupar un sitio digno en la sociedad como sujetos de producción, evitando que se conviertan en individuos consumistas.

Formación a la ciudadanía, desde la vida cotidiana y en todos los ambientes, incidiendo constructivamente en el entorno social. Esto implica formación de la conciencia moral, lectura habitual de la realidad sociopolítica y construcción de estructuras de solidaridad para la consecución del bien común, con la participación de la sociedad civil con transparencia y responsabilidad social.

Interculturalidad, entendida como actitud de apertura crítica y comprometida con la diversidad cultural, pues esta exige reconocimiento positivo y aportes recíprocos con identidad.

Significatividad de los procesos formativos y de aprendizaje, de tal forma que permita a los jóvenes construir su identidad personal, capacidad para entender sus realidades humanas, discernir su vocación cristiana y ciudadana, posibilitando el desarrollo de su pensamiento, actitudes y habilidades para generar sabiduría, ciencia y tecnología.

Actitud crítica y transformadora, que se conquista mediante el ejercicio de la capacidad de discernimiento para alcanzar la autonomía con responsabilidad. Este proceso es cognitivo, procedimental y actitudinal al mismo tiempo, de tal forma que la persona asuma actitudes coherentes con los valores cristianos.

Sentido de pertenencia, que se manifiesta, entre otras cosas, en la participación atenta y generosa en las responsabilidades educativo - pastorales, hasta llegar a identificarse vocacionalmente con ella.

Trabajo en red, que impulsa el trabajo cooperativo entre los CES y las comunidades educativas que las conforman. Parte de intereses y objetivos comunes, para compartir conocimientos, experiencias e instrumentos de diversos tipos. Trabaja desde la sinergia entre las comisiones y equipos con orientación a una gestión eficiente y eficaz, que propicie el trabajo corresponsable y cooperativo de los implicados con la calidad y pertinencia de los resultados que se pretenden alcanzar.

Acompañamiento, el modo concreto con que Don Bosco acompañó a los jóvenes evoca la espiritualidad de san Francisco de Sales, caracterizado por la dulzura y el optimismo.

Acompañamiento, el modo concreto con que Don Bosco acompañó a los jóvenes evoca la espiritualidad de san Francisco de Sales, caracterizado por la dulzura y el optimismo. Es flexible, basado en la atención a cada persona y las potencialidades que en ellas pueden desarrollarse. Se manifiesta en la atención a la vida cotidiana, en la concreción de fidelidad a los compromisos de estudio, trabajo, oración; en las relaciones características con la bondad, la amabilidad y la confianza en la perspectiva de orientar hacia la santidad a la que cada uno está llamado.

 

Dimensiones y opciones de la educación salesiana

Educación en la fe: el sujeto de nuestro proceso educativo es la persona reconocida en su dignidad personal y social y se hace realidad gracias a la corresponsabilidad de todos los actores sociales, que están convencidos del protagonismo infantil y juvenil, y que la razón de ser y existir de la educación salesiana es la de "formar buenos cristianos y honrados ciudadanos".

Educativo Cultural: construir en los estudiantes una identidad fuerte a través del acompañamiento, el desarrollo y la maduración de su mundo afectivo, emotivo y cognitivo.

Experiencia Asociativa: construir un ambiente de familia fomentando la conformación de grupos, como ambientes privilegiados en los que se desarrolla la propuesta asociativa salesiana: educar con el corazón y con el estilo de animación, tendiente a su inserción social y eclesial que permitan cultivar su vida cristiana y el intercambio de sus experiencias.

Vocacional: orientar y acompañar a los estudiantes en la formulación de su proyecto personal de vida como parte de una comunidad de creyentes, siendo visible y creíble su experiencia de fe, orientando su camino y fortaleciendo sus relaciones, tanto personales como asociativas, por medio de una maduración cristiana y vocacional.

Animación misionera y voluntariado: la cultura misionera se convierte en vivencia significativa cuando se adquieren actitudes y valores fundamentales del carisma salesiano. Más que un acto de generosidad espontáneo y pasajero es una mentalidad que asume el significado de ser un testimonio de altísimo valor moral y social.

Animación de las vocaciones apostólicas: promocionar la vida religiosa consagrada y acompañar adecuadamente a los adolescentes y jóvenes que se interrogan seriamente sobre la posibilidad de vivir una vocación apostólica salesiana.

Comunicación social: desarrolla la capacidad de ser auténticos comunicadores para promover la comunión carismática y el impulso de la misión, que tienen como fin el progreso de la sociedad humana.

Movimiento Juvenil Salesiano (MJS): impulsa la sociabilidad y la amistad de manera natural. Es una propuesta de santidad en la vida cotidiana. Unir en red inspectorial los grupos existentes; valorar a todos los grupos y considerarlos por los valores educativos. Promover el diálogo, confrontación y formación cristiana.

 

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